En un intento por concebir las preguntas, sin buscar las respuestas, más bien reforzar la idea de valorar todos los puntos de vistas referidos a nuestro origen, y permitir un espacio a todas las opiniones; en ese intento nace Contacto (1997), una película del director Robert Zemeckis, basada en la única novela del científico y astrónomo Carl Saga (el resto de sus libros son de carácter documental y científico) con la colaboración guionística de James Hart. Una asombrosa cinta que tuve la oportunidad de verla en VHS. Claro, pareciera poco relevante este dato, incluso desalentador, pero remontarme a un viaje visual que me traslade a los años 90s es y será una de mis caprichos más grandes.
Ahora, volvamos a la tierra. Ellie Arroway (Jodie Foster) es una astrónoma dedicada, desde niña, a la comunicación satelital. Ya adulta, su más ansiado sueño es conseguir “contacto” con seres que habitan mas allá de nuestra galaxia. A medida que se desglosa el libreto, la protagonista se ve inmersa en constantes problemas que retrasan la posibilidad de evolucionar en su trabajo. Personajes con intereses que van por encima de una labor sincera; nutridos, por otra parte, de prioridades financieras o prestigio profesional. Además de una fugaz y persuasiva relación amorosa que anexa sus preocupaciones y posteriormente una misión espacial, fuera de sus proyectos iníciales.
Zemeckis aborda en Contacto, el argumento social como una refirma en sus obras. La cobertura de los medios de comunicación, la presencia del presidente Clinton que brinda credibilidad e identificación con la trama del presente, la historia de amor narrada de forma paralela pero al mismo tiempo que recobra una distinguida importancia. Todo un conjunto de elementos adiestradamente construidos para ofrecer el contexto perfecto a la historia.
El director descubre con un tono consecuente y entretenido la trama. Hace que cada escena sea digerible, a pesar de los incontables términos científicos que se incluyen en los diálogos. Una particularidad de la metodología de Robert, desde la saga Volver al Futuro hasta la inolvidable Forrest Gump (1994). Por supuesto, en Contacto su visión, o por lo menos lo que percibimos, es de un reto mayor y significativamente más ambicioso en cuanto a su contenido y sistematización.
Los efectos visuales deslumbran el inicio de una evolución en la era digital, en la que los mismos, tomarían un protagonismo mayor. Por supuesto, en el día de hoy se ha visto exagerado, desvirtuado por la ausencia de un bue guión y una dirección equilibrada, que pueda encontrar entre ambos elementos, la dosis exacta de todas las características que conforman una buena película. Contacto, para su época, opera cada detalle de la misión espacial con significado detenimiento, atendiendo los detalles más mínimos. El espectador experimenta, como lo llamaría Freud, un prodigioso “sentimiento oceánico”.
Una de las frases más simbólicas de la película es: “Les diré una cosa. El universo es un lugar muy, muy grande. Mucho más grande de lo que nadie haya podido imaginar. Y, si no hubiera nadie más ahí fuera.. ¡Sería un espacio desperdiciado!”. Sin importar lo que seamos o de dónde venimos, el mensaje es, creo, reconocer la posibilidad de algún tipo de presencia. Llámenle Dios o extraterrestres, la vida no se puede confinar a una delimitada visión.
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