Hasta el momento, solo he podido apreciar un solo film de Arvelo, su documental Tocar y Luchar (2006). Estupenda obra dedicada a revelar el trabajo que se viene haciendo dentro del circuito de Orquestas Juveniles de Venezuela.
Dentro de la disputa sobre el cine nacional y su enfoque, que para muchos, es la delincuencia y los barrios del país, surgió, como muchas otras propuestas distintas, Una casa con vista al mar realizada en el 2001 pero estrenada en Venezuela en el 2004. Dirigida y escrita por Alberto Arvelo. Basada en la novela inédita de Freddy Sosa, “Vicenzio Guerrero”.
Durante los años 40s, en el páramo andino, Tomas y Santiago se encuentran en una nueva etapa de su vida. Acaba de morir María, la única mujer que integraba la pequeña familia. Juntos, ya solos, se disponen a enfrentarse a la vida. Tomás le regala a su hijo una fotografía de su madre fallecida, en donde se muestra a ella cerca del mar, el muchacho se intriga por el paisaje que yace estático detrás de su madre. Su padre le desprende, poco a poco, datos sobre el llano azul que el muchacho desconoce.
Tras los escasos recursos que vive la vida del campesino, se ven obligados a tratar con un ser poco cortés, Homero, un hombre de distinguida posición social. Los encuentros con el influyente hombre, repercuten de manera hostil. A partir de esto, se enciende el suspenso y las desventuras de nuestros protagonistas.
La película posee una fotografía deslumbrante, a cargo de Cezary Jaworski, que resalta los majestuosos páramos andinos y tambien la intensión poética del director. Junto a ello, la música original de Nascuy Linares, que nos empapa en una sutileza y conmoción incomparables. Cada nota está dignamente adaptada a la historia.
Una casa con vista al mar cuenta con las actuaciones de Imanol Arias (España), quien representa a Tomás, el orgulloso padre de Sebastián, interpretado por el entonces joven Leandro Arvelo. Ambos encuentran un punto de equilibrio para sus papeles como padre e hijo. Tal vez Arias con mayor pronunciación, debido a su experiencia.
Vemos al reconocido Alejo Felipe, interpretando a Homero, un campesino con poder, de actitud severa y poca humildad. El canadiense Gabriel Arcand encarna un papel clave en la cinta. Un desdichado fotógrafo perdido en su mundo interior, que busca la oportunidad de reanudar su rutinaria vida.
Algo no muy favorable de la obra quizás sea la intensión de redundar sobre algunos aspectos de la misma. Escenas que difícilmente encontré necesarias para la formación y resultado de la cinta. De tal manera, afecta la duración de la película, extendiéndola más de lo que, considero, requiere la trama. De todas formas, la propuesta distingue un gran acabado artístico y conmovedor.
El mar termina siendo una referencia simbólica dentro de la película, es quizás la mejor relación que puede encontrar Sebastián con su madre. Quizás es un elemento de libertad o tal vez algún tipo de esperanza dentro de los problemas que lo agobian. Lo mismo ocurre con la música, Tomás toca el violín en varias ocasiones. En este caso, sin duda, es un aporte personal del mismo Arvelo, donde manifiesta el protagonismo y significado que representa la música para él.
El reconocimiento de la vida campesina tratada de otra forma. Recurrir a una visión más profunda y existencial. La dignidad dentro de dos personajes, un hombre alcanzado por la avanzada edad y otro que toca las puertas de la madurez, ambos encontrándose como niños perdidos, sin brújula, escudriñando una razón merecedora para seguir adelante.