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domingo, 22 de mayo de 2011

Entrevista/ El veterano Rodolfo Izaguirre

Actualmente escribe todos los domingos para el diario El Nacional. Sin embargo, han sido muchos los periódicos que han tenido la oportunidad de difundir la pluma de Rodolfo Izaguirre. Sus experiencias transitan por haber pertenecido (fundado) a los movimientos artísticos “Sardio” y “El techo de la Ballena”. Crítico de cine, ex-director de la Cinemateca Nacional y autor de varios ensayos, entre ellos El cine en Venezuela (1966), Izaguirre es un veterano; eterno cinéfilo venezolano.

¿Qué relevancia tiene la crítica cinematográfica en Venezuela?

Si el espectador acepta que la opinión del crítico puede ayudarlo a
invertir mejor su dinero y su tiempo en una determinada película y no
en otra, la crítica de cine podría ser considerada como un servicio
público. Pero no nos hagamos ilusiones: el espectador también puede
opinar y decir: esta película no debe ser buena porque la recomiendan
Rodolfo Izaguirre, Alfonso Molina y Diego Hernández León, en El
Tiempo.
¡Y allí no hay nada qué hacer!


¿Cómo ve el cine venezolano actual y que repercusiones pueden tener
los fenómenos de Hermano y La hora Cero?


No puedo referirme a la Villa del Cine porque para ella no existo. Soy
Jack Griffin, el Hombre Invisible, (1933). Pero sospecho que si
películas como El Caracazo o Zamora siguen manteniendo el sesgo
“ideológico” que las hizo posibles, el cine venezolano no va por buen
camino. Prefiero los films independientes y Hermano es uno de ellos.
Se sustenta en una historia veraz y conmovedora, bien realizada y
actuada; pero su gloria está en observar el universo del barrio como
una unidad que se resuelve a sí misma: alejada de cualquier
“ideología”, distante de la ciudad, de la política. Todo se resuelve
en el barrio y metafóricamente es una historia que tiene que ver con
la flor de loto que nace en el pantano al igual que el protagonista
que nace de la basura y encuentra una familia. Quiere escapar de la
violencia a través del fútbol, sin advertir que el futbol es un
deporte violento. Es decir, no logrará escapar nunca de ella.


Podría mencionar alguna cinta que considere ser trascendental en
nuestra historia cinematográfica.


La Revista Imagen, hace años, publicó una encuesta para determinar los
diez mejores films del cine venezolano en la que participaron críticos
y comentaristas de cine. El resultado fue que la película que obtuvo
mayor número de votos para ser considerada como el mejor film
venezolano hasta ese momento fue El Pez que Fuma, 1977, de Román
Chalbaud. Esta película ofrece a todos y a cada uno de los
espectadores según sea su nivel intelectual y de comprensión motivos
para sentirsde satisfechos. Unos ven la historia de un prostíbulo;
otros, avierten que se trata de una empresa; otros, que allí se mueve
una clientela muy variopinta; alguien más descubre que existe un
tráfico de influencias y hay también quien señala que entre Jairo y
Dimas hay una lucha para ser el favorito de La Garza, la dueña del
lugar, es decir, una lucha por el poder. Todo hace pensar que,
finalmente, no se trata de la historia de un burdel sino la historia
misma de un país. Además, la banda sonora es una rica manifestacion de
cultura popular; Hilda Vera como La Garza es el primer icono femenino
del cine venzolano y las actuaciones de Miguel Ängel Landa y Orlando
Urdaneta son excepconales. El Pez que fuma es un film mítico en el
cine latinoamericano.


Fue autor del prólogo de Cine, Democracia y Melodrama: El país de
Román Chalbaud, libro de Alfonso Molina. En este texto, hace una
interesante reflexión: “Una vez exhorté a los cineastas venezolanos a
que en lugar de películas hicieran cine, esto es, que liberaran sus
imágenes del excesivo peso ideológico, sociológico, antropológico y
moralizador que durante décadas evidenciaban muchas de sus obras”.
¿Cree usted que esta reflexión sigue vigente en nuestros días o existe
algún cambio?

El venezolano es un cine que tradicionalmente da sermones políticos,
morales, sociológicos en lugar de permitir que sean sus imágenes las
que induzcan al espectador a hacer las consideraciones que estime
convenientes. Es hacer películas y no cine. Pero los cineastas han
aprendido la lección y son ahora más cuidadosos en la elaboración de
los guiones y dominan mejor la cine-dramaturgia. La falla del cine
venezolano ha estado siempre en su torpeza al narrar una historia;
pero al parecer, afortunadamente, esta impericia está quedando atrás y
los cineastas de la nueva generación saben enfrentar y manejar las
tecnologías del momento.


Es actualmente articulista del diario El Nacional. He tenido la
oportunidad de leer Drácula en Cumaná y Un levante ocasional. Estos
textos resultan ser crónicas. ¿Por qué eligió escribir sus anécdotas y
opiniones a través de este género periodístico?


Es una manera de opinar políticamente sobre conductas y situaciones
del país “bolivariano” sin caer en estereotipos. Atribuyo a estas
crónicas un efecto más decisivo que la conocida retórica de algunos
articulistas políticos. Además, ¡tienen mucho humor!


Por último, ¿qué es el cine para Rodolfo Izaguirre?

¡Es la gran ventana abierta a la aventura de la imaginación!

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