Poco puedo hablar sobre las “películas viejas”. Son importantes e indispensables para lo que existe hoy en día; pero indudablemente tendría que sumergirme de manera más profunda a estas cintas para hacer un artículo mejor argumentado. He podido apreciar grandes clásicos como El último dictador (1940), Casa Blanca (1942) o Un tranvía llamado deseo (1951) y espero que pronto, el número pueda incrementar.
La película Los amantes de Montparnasse (1958) de Jacques Becker revela un tramo de la vida del artista Amedeo Modigliani. Las virtudes de este pintor están rodeadas de innumerables desdichas en las que recae constantemente. La expectativa cambia un poco cuando Rosalie llega a su vida, pero se dará cuenta de que su condición es tan intensa, que su pequeño anhelo no será suficiente.
La película refleja el concepto de arte del protagonista. A medida que se desarrolla, notamos en él un problema de inspiración a causa de los vicios, el sexo y el alcohol que lo han consumido. Aunque por otra parte, también vemos que el resultado de tan desdichada vida proporciona giros positivos en algunos casos.
La selección de actores, genera para el film, una convincente verosimilitud en los personajes. Gérard Séty representa al poeta Léopold Sborowsky, el fiel compañero de Modi, con una naturalidad que deslumbra. Gérard Philipe quien protagoniza la cinta, logra personificar a ese gran artista que transmite algo especial por medio de sus obras, pese a la estela de errores que van dejando sus defectos a medida que pasa el tiempo.
La hermosa Anouk Aimée es Rosalie, su incuestionable amor eterno. Por un instante, parece ser la esperanza, la pieza faltante del rompecabezas de la vida de Modigliani; aunque lo que perturba al artista se torna tan intenso que la felicidad insiste en alejarse de ellos. Para el enamoramiento, en el film se aprecia esa técnica clásica de las películas de los 40s y 50s, donde las caricias y gestos son bien cuidados. Quizás se note algo sobre actuado. Aunque tal vez sea la influencia que ejercía el teatro en el cine, donde el séptimo arte evolucionaba en el área actoral.
Sin duda, la película pareciera crear un vínculo o relación entre Modigliani y Van Gogh. No tanto por el honesto dialogo que tiene el protagonista con un rico norteamericano que pretende comprar sus obras; en donde le habla de Van Gogh y su perspectiva sobre la vida y el arte. Es más bien lo que experimenta su identidad existencialista, como también la cruel acción de reconocer su trabajo después de su muerte.
Los amantes de Montparnasse (1958) es una película digna de recordar para quienes les apasiona el cine clásico; y más aun, es una lección de lo que es el verdadero arte, que suele ser confundido y malinterpretado por tantas personas hoy en día.
no he tenido la oportunidad de mirar toda la pelicula solo he mirado pocos segmentos, y quisiera conseguirla si alguien sabe un enlace o donde la puedo mirar o conseguir gracias, mi correo es: acdcdavid@hotmail.com
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