Creo que la causa que predomina en esta situación (factor de interés para las grandes distribuidoras) surge de una permanente pereza mental a la que nos sometemos. Queremos todo en bandeja de plata para aplicar el menor esfuerzo posible al momento de apreciar la historia que estamos viendo. Ya el espectador promedio no solo quiere películas simples en su estructura narrativa, con efectos especiales que opaquen cualquier argumento comercial; ahora le da flojera leer los subtítulos, le da flojera apreciar el valor de una actuación. Como también le da flojera y coraje que una cinta sea compleja y contenga grados de ambigüedad.
En España, el trabajo de incorporar una voz en una película se hizo obligatorio durante el gobierno franquista. Esa sed de nacionalidad impedía la posibilidad de escuchar palabras al otro lado de la frontera española. Ahora, este país ha quedado tan marcado en este particular sentido, que se les hace difícil desligarse de esa condición, el doblaje en las películas. Latinoamérica va por ese camino, aunque no por una imposición dictatorial, sino por pereza.
Paradójicamente considero que el trabajo de doblaje encuentra un excelente punto de encuentro cuando su práctica se sitúa en las películas animadas. Por eso quiero expresar la inmensa nostalgia, respeto, y afecto que le tengo a todas esas voces que dieron vida a una gama incontable de personajes animados de mi infancia. Siempre he estimado los trabajos de doblaje del venezolano Frank Maneiro, quien dobló a Batman en la serie y películas animadas elaboradas por la compañía Warner Bros. En México Mario Castañeda prestó su voz para representar al inigualable Gokú en la serie y las películas del anime Dragon Ball; por otra parte, Laura Torres dobló este mismo personaje en su etapa infantil. Asombrosos los trabajos de Gabriel Chávez como el Señor Burns y quien no se ha reído con Humberto Vélez y su magnífica labor con Homero Simpson, ambos mexicanos.
Soy un nostálgico, y a todos ellos los admiro con enormidad. De cualquier forma, mi opinión sobre los doblajes en personajes reales (carne y hueso) me sigue disgustando. Claro, algunas cintas animadas en la actualidad, elaboradas en computadora, cuentan con el trabajo de voz e incluso movimiento de actores reales. Tal es el caso de la próxima película a estrenarse de Peter Jackson y Steven Spielberg, “Las Aventuras de Tintín: El secreto del unicornio”. Un caso especial que vale la pena analizar en profundidad.
Esta disyuntiva que encuentro en el doblaje me hace quererlo y odiarlo al mismo tiempo. Pocas veces voy al cine a ver una película doblada, pero mi pulgar deja de presionar el control remoto cuando veo algunos de los personajes que nombré previamente en la televisión.
Muy pertinente su comentario. Lo comparto en su totalidad. Fui testigo y "víctima" de los doblajes en la España de Franco, donde viví dos años. Ver a Marlon Brando hablar en "Viva Zapata" como un gallego o un nativo de Castilla más o menos zafio no es muy estimulante que digamos. También me parece correcta su apreciación respecto de los doblajes en las películas animadas. Me gustó mucho el doblaje en español en "Kung Fu-Panda" y en "Alicia en el país de las maravillas" (tratándose de los animales en este caso) en las que las voces no discuerdan de las que artistas consagrados estadounidenses prestaron para la versión en inglés.
ResponderEliminarDebo decirle que hoy, al leer en "El Tiempo" por primera vez su columna, me sentí muy contento.El que haya - hoy en Trujillo- cinéfilos entusiastas y que además escriban bien sobre cine es algo que debe agradecese. Felictaciones,
Jorge Linares Angulo
jorgelin5@yahoo.com
El agradecimiento lo hago más bien yo, por estar pendiente de este trabajo que se viene realizando. Lo invito a que escuche el programa radial “Hablemos de Cine” todos los lunes a las 9:00pm por Única 99.9FM. Del cual puede que lo invite para que compartamos algunos temas referentes al cine. Saludos.
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