Hay una evolución considerable en esta nueva película a diferencia de las pasadas. La producción más rigurosa, una sobresaliente dirección de actores y una mejor estructura en la conformación del guión. ¿Cómo fue ese proceso de trabajo?
Bueno realmente considero que Último Cuerpo es un poco mejor que mis anteriores films pero no creo que exista esa evolución considerable. Tanto Por un polvo y Las caras del diablo tienen valores que han sido pasados por alto y por supuesto también tienen fallas. Yo podría decir que es cuestión de gustos. Fíjate, la película que la crítica considera como un paso al frente es la menos favorecida por el público. Yo amo Por un polvo porque es muy disparatada y a mí me gustan ese tipo de películas; y quiero a Las Caras del Diablo por todo el proceso. Mucha gente criticó de Las Caras el guión y la estética; pero creo que no escucharon cuando dije: “No hay guión, es improvisada y que se realizó sin intervenir ninguna locación”. Como dogma que me propuse, salí muy contento; además, el público la apoyó, eso quiere decir que había algo que los mantenía atentos por 90 minutos. En Último Cuerpo el proceso fue el mismo que en las anteriores, sólo que este es otro estilo de película, allí está la diferencia.
¿Qué diferencia el contexto marabino del caraqueño? ¿Cuáles fueron los pros y contras?
Principalmente el color, por supuesto el acento y la posibilidad de que nuestro cine saliera de Caracas. Siempre hubo más contras que pros pero era el reto de hacer una película en el interior y al mismo precio que una del año 2007.
El enfrentamiento entre la policía y el periodismo de sucesos, por obtener la primicia y cumplir sus deberes e intereses, se ha tocado varias veces en el cine. Todos los hombres del presidente (1976) State of Play (2009) o Disparen a Matar de Carlos Azpúrua en el caso venezolano. ¿Qué tiene de particular este conflicto en Último Cuerpo?
No busqué algo en particular, sólo dar mi punto de vista sobre la lucha de poderes. Creo que me faltó meterme más hacia lo profundo pero temía que la película se fuera por el lado que no era. Por allí tengo un proyecto donde sigo tocando el tema de la policía corrupta, de los medios de comunicación, la lucha entre lo correcto y lo que no. Mi problema, y lo confieso públicamente, es que siempre estoy pendiente de decir algo pero de tal manera que le guste al público. Vamos a ver si en este próximo proyecto soy un poco más duro.
De alguna forma sus films recuerdan el cine de Robert Rodríguez. A parte del carácter independiente, tienen secuencias de acción y mucho humor en los diálogos ¿lo ha influido de alguna forma o quizás las influencias provienen de otros cineastas?
Robert Rodríguez y yo somos contemporáneos. A él lo influenció el cine asiático de acción que tiene un humor particular y son películas donde la amistad siempre está presente. Por supuesto que estos films a mí también me gustan, por ejemplo: John Woo. Por allí hay algo de Scorsese que me encanta; pero definitivamente El Mariachi marcó mi vida. Claro que Rodríguez es un experto del cine independiente y me gustaría llegar algún día a su nivel.
Es una lucha descomunal hacer cine en Venezuela ¿que lo impulsa a seguir?
Por allí hay gente que dice que es cineasta y creo que un cineasta es el que hace cine y tiene una carrera detrás. Me impulsa el hecho de que hacer cine fue lo que siempre quise hacer y ahora que he probado esa droga no la puedo dejar. Esta es una carrera de resistencia. No en vano, Venezuela es el país con más directores que tienen una sola película. Si fracaso sigo hacía adelante y si hay un triunfo sigo hacia adelante. En el camino hay imponderables; pero si hay salud la meta para mí siempre será filmar, cueste lo que cueste.
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