En la parte alta del portón de la entrada está escrito “El paraíso de Aleafar”. Pronto todos mis compañeros de Periodismo Cultural nos veíamos adentrados a un mundo nuevo que se desligaba del sitio geográfico, el municipio Betijoque del estado Trujillo.
Ya dentro, la cantidad de árboles asombraba, mientras un camino arcilloso nos conducía a un lugar lleno de vida. La casa, muy llamativa, tenía plasmada
pinturas de paisajes y diversos personajes, como si la idea de tener las paredes de cuadros, formaba parte de la cotidianidad de aquel lugar. A la derecha se encontraban unas jaulas, llena de aves. Por el otro extremo se veía un sendero verde, techado por las ramas de los árboles y en dirección opuesta a las jaulas, dos pequeñas edificaciones, rodeadas de rocas, que también reflejaban coloridos y alegría.
Después de esperar unos minutos, salió de la casa, junto a nuestra profesora, una anciana de baja estatura, de cara grande y pasos firmes. Llevaba un vestido negro poblado de flores. Unas modestas sandalias. Su rostro se mostraba algo curioso, mientras que detrás de los cristales, los ojos nos devoraban con ansias. El negro de su cabello, pincelado por algunas canas, lo sujetaba una cola. Pero hubo algo que capturó mi atención, algo que resaltaba de la fachada de aquella anciana: sus zarcillos. De los que pendían dos hermosas guacamayas talladas en madera.
Esa mujer que estrechó nuestras manos, esa mujer que nos invitó a sentarnos en el patio de su casa, esa mujer que nos miraba mientras hablaba de su vida, era Rafaela Baroni, la reconocida artista popular del Estado Trujillo.
Aleafar, como también se le conoce, nació en la Mesa de Esnujaque el 1 de noviembre de 1935. Conforme fue creciendo, sus vivencias le abrieron el paso para que el arte se adentrara de tal forma, que ambos serían uno solo.
El Arte
Nunca tuvo una formación academica para la pintura o la talla, cuenta que lo aprendió sola. Desde su primera obra de madera, “La virgen del espejo” de 25 cm, hasta las pinturas de su casa, ha hecho ininterrumpidamente una gran cantidad de obras. Julio Carrillo le insistió para que siguiera elaborando mas obras y posteriormente tuvo una de sus primeras exposiciones en la ciudad de Mérida en el Palacio de la Gobernación.
“Supongamos que allá hay un tronco, lo miro, y enseguida veo la obra. Si no puedo hacerla en el momento, marco de una vez lo que vi” dice mientras señala un pedazo de madera al que le da forma de ángel con su mente.
Para Baroni el arte “es vida, es amor, humildad sencillez”. “Yo admiro a todos los artistas, porque todos son especiales. Digamos que algunos tenemos la oportunidad de poder surgir. Pero todos somos artistas. Porque hasta la mujer en la cocina es una artista; si se propone en hacer comidas diferentes, eso es un arte. Todo en esta vida es arte, hasta la forma de caminar”.
La Muerte
La muerte continúa siendo una pieza fundamental en su vida. Cuenta, mientras se le desprenden las lagrimas de los ojos, que organiza y trata a los muertos. Como aquella vez que le pidió al señor Tulio que le regalara un cajón para enterrar a un hombre que llevaba 42 horas de muerto y solo ella se atrevió a “ponerlo bonito” para su entierro. O cuando tenía 13 años, que se encargó de Sofía, quien tenía seis días de muerta y nadie quería enterrarla porque había fallecido de lepra. Fuera de donde se encontraba le cadáver, estaba el camino de “los gusanos de las personas”, blancos con cabezas rojas. Rafaela los tomó y los arrojó encima del cuerpo, con unas sabanas que le robó a su madre envolvió a Sofía y de esa forma poderla sepultar.
Asegura que, su primer ataque de catalepsia, le permitió comprobar que existía vida después de la muerte. Relata que mientras la paseaban por una vuelta de caracol, había muchísima gente. “Vi a todos los muertos sentados debajo de los árboles. Se oía la música celestial, muy linda. Eso no se me olvida jamás”
El entierro de Rafaela Baroni se ha representado a nivel nacional e internacional, por supuesto, ella lo protagoniza. “En uno de mis entierros, en Carache, cuando me hicieron el proceso de la mortuoria, una vez que me sacaron, en vez de colocar a gente responsable, fueron los borrachos los que me agarraron y me llevaban camino arriba a toda carrera, con urna y todo. Cuando escuché que dijeron `vamos a lanzarla por esta peña´ me levanté y tiré la tapa de la urna, ` ¡me bajan aquí o los mato a todos! ´, me acuerdo que les dije”. Cuenta que es una de las experiencias más desagradables que ha tenido.
Reconocimientos
Baroni ha recibido muchos premios importantes en el área cultural, como lo son: Premio Nacional de Cultura Popular (2006), Maestro Artífice en la III Muestra Iberoamericana de Artesanía (1995). También fue mensajera de la paz en el II Foro de Arte Popular en homenaje a Rafaela Baroni, en la Universidad de Carabobo, Aragua (1997). Recibió la Mención de Honor en escultura en la VI Bienal Nacional de Arte Popular Salvador Valero, Trujillo (1999).
Sin embargo, no han sido solo estos los galardones que reconocen el trabajo y la humanidad de Rafaela. A esto se le agregan cinco reinados concedidos en varios lugares del país: Reina de los Artesanos de Venezuela en Caracas; Reina de los Artistas Populares en Cabimas; Reina del Balcón de los Andes en la Azulita, Mérida; Reina de los Pobre en Boconó y Reina de los Loros en Barquisimeto. Indiscutible este último, ya que en palabras de ella “todas mis obras tienen un loro por alguna parte. Si usted compra una obra mía y no tiene un loro, entonces no es obra de Rafaela Baroni”.
Síntesis de una artista
Rafaela Baroni cose, teje, hace teatro, recita, escribe poemas y dicta talleres para enseñar la técnica de su arte. Las dos pequeñas edificaciones referidas al principio de esta entrevista, son en realidad La Mortuoria, una instalación acondicionada para su muerte, donde se halla un ataúd a su medida en el cual descansa una talla, replica suya. La otra estructura es una pequeña capilla donde se encuentran las dos Vírgenes del Espejo, sus obras más simbólicas.
Su vida asombra con cada anécdota que sale de su boca. Todas llenas de magia y fantasía. Vive con su esposo a quién crió desde niño y destierra la violencia con su presencia. Es un ser que no establece límites entre la vigilia y el sueño. Espera que una vez sentada debajo de algún árbol, donde para ella se encuentran los muertos, la recuerden por la sencillez que tanto emana mientras habla.
Interesante, Diego
ResponderEliminarGracias por haber leído la entrevista, pero, me gustaría saber su nombre.
ResponderEliminarexcelente, me encanto la entrevista, sinceramente sabia muy poco de ella y me encanto internarme un poco en su mundo, felicidades diego
ResponderEliminarMuy buena. Que agradable resulta leer sobre la vida de esta gran cultora popular.Gracias
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