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miércoles, 28 de julio de 2010

Una casa con vista al mar: El enigma del páramo

Hasta el momento, solo he podido apreciar un solo film de Arvelo, su documental Tocar y Luchar (2006). Estupenda obra dedicada a revelar el trabajo que se viene haciendo dentro del circuito de Orquestas Juveniles de Venezuela.

Dentro de la disputa sobre el cine nacional y su enfoque, que para muchos, es la delincuencia y los barrios del país, surgió, como muchas otras propuestas distintas, Una casa con vista al mar realizada en el 2001 pero estrenada en Venezuela en el 2004. Dirigida y escrita por Alberto Arvelo. Basada en la novela inédita de Freddy Sosa, “Vicenzio Guerrero”.

Durante los años 40s, en el páramo andino, Tomas y Santiago se encuentran en una nueva etapa de su vida. Acaba de morir María, la única mujer que integraba la pequeña familia. Juntos, ya solos, se disponen a enfrentarse a la vida. Tomás le regala a su hijo una fotografía de su madre fallecida, en donde se muestra a ella cerca del mar, el muchacho se intriga por el paisaje que yace estático detrás de su madre. Su padre le desprende, poco a poco, datos sobre el llano azul que el muchacho desconoce.

Tras los escasos recursos que vive la vida del campesino, se ven obligados a tratar con un ser poco cortés, Homero, un hombre de distinguida posición social. Los encuentros con el influyente hombre, repercuten de manera hostil. A partir de esto, se enciende el suspenso y las desventuras de nuestros protagonistas.

La película posee una fotografía deslumbrante, a cargo de Cezary Jaworski, que resalta los majestuosos páramos andinos y tambien la intensión poética del director. Junto a ello, la música original de Nascuy Linares, que nos empapa en una sutileza y conmoción incomparables. Cada nota está dignamente adaptada a la historia.

Una casa con vista al mar cuenta con las actuaciones de Imanol Arias (España), quien representa a Tomás, el orgulloso padre de Sebastián, interpretado por el entonces joven Leandro Arvelo. Ambos encuentran un punto de equilibrio para sus papeles como padre e hijo. Tal vez Arias con mayor pronunciación, debido a su experiencia.

Vemos al reconocido Alejo Felipe, interpretando a Homero, un campesino con poder, de actitud severa y poca humildad. El canadiense Gabriel Arcand encarna un papel clave en la cinta. Un desdichado fotógrafo perdido en su mundo interior, que busca la oportunidad de reanudar su rutinaria vida.

Algo no muy favorable de la obra quizás sea la intensión de redundar sobre algunos aspectos de la misma. Escenas que difícilmente encontré necesarias para la formación y resultado de la cinta. De tal manera, afecta la duración de la película, extendiéndola más de lo que, considero, requiere la trama. De todas formas, la propuesta distingue un gran acabado artístico y conmovedor.

El mar termina siendo una referencia simbólica dentro de la película, es quizás la mejor relación que puede encontrar Sebastián con su madre. Quizás es un elemento de libertad o tal vez algún tipo de esperanza dentro de los problemas que lo agobian. Lo mismo ocurre con la música, Tomás toca el violín en varias ocasiones. En este caso, sin duda, es un aporte personal del mismo Arvelo, donde manifiesta el protagonismo y significado que representa la música para él.

El reconocimiento de la vida campesina tratada de otra forma. Recurrir a una visión más profunda y existencial. La dignidad dentro de dos personajes, un hombre alcanzado por la avanzada edad y otro que toca las puertas de la madurez, ambos encontrándose como niños perdidos, sin brújula, escudriñando una razón merecedora para seguir adelante.



TRAILER

domingo, 25 de julio de 2010

Encuentro Explosivo

Encuentro Explosivo (2010) ejercita las ganas de hacer reír con un presupuesto gigantesco pero un libreto mediocre. Es notable que el guionista Patrick O'Neill se estuviera riendo de lo que escribía y no imagino las carcajadas del director James Mangold al realizarla. La verdad es que es cómica, pero no rescata nada importante, nada de originalidad.

Tom Cruise es Roy Miller, un agente secreto que se topa con June Havens (Cameron Diaz) en un vuelo que cambiará sus vidas. Una vez a bordo, como lo demuestra el tráiler, las cosas se complican y ambos entran en una inagotable lluvia de situaciones acompañadas de armas, explosiones, chistes visuales, efectos especiales, etc.

Es una parodia a las películas de acción. De hecho las escenas son totalmente intencionadas a la idea de no tomarse en serio la trama. Un romance bastante falso, donde los cuarentones resultan ser una pareja de veinteañeros unidos casualmente.

No se encuentra una línea narrativa estable. No hablo de la velocidad del film, que va acorde con la historia. Es el cambio que tienen los personajes en la última media hora. En pocas palabras, se abusa del hecho de que es una película para incluir cambios a diestra y siniestra.

Los españoles se enojaron porque ubicaron a la escena de los Sanfermines de Pamplona en la ciudad de Sevilla. Creo que la preocupación debe ser mínima. Es cierto que son cosas distintas, pero no hay que tomárselo en serio, como la cinta en sí. Los mismos Cruise y Diaz lo dijeron para el diario El País, “no queremos hacer una película histórica”.

¿Buena?, no, solo entretenida. Otra gringada más. He oído que estas entregas son solo con un fin dirigido al entretenimiento, para hacer reír. Es posible, aunque creo que Woody Allen tiene un concepto distinto de ese “hacer reír”, de hacer comedia.

martes, 20 de julio de 2010

CORTOMETRAJE: Sombras de un secuestro

Esta ha sido mi primera experiencia cinematográfica. Realizada con mis compañeros de la carrera Comunicación Social del Núcleo Universitario Rafael Rangel. Un pequeño cortometraje que narra la historia de un secuestro.



Hard Candy: Lo que parece, no es

David Slade es un director que de verdad asombra. Su manera de llevar un film distingue una narración vigilada y solida. Me decepcionó que haya formado parte de aquella superficial saga Crepúsculo, aunque como él mismo lo dijo “debo hacer de todo”. Aunque a pesar de ello, este artista viene con una gran propuesta y creo que Hard Candy (2006) es la prueba más emblemática de ello.

La trama se reduce a dos personajes, Hayley una jovencita de solo 14 años y un hombre mayor llamado Jeff Kohlver. La niña seduce al sujeto por medio de los famosos chats y encuentra en su “compañero” un distinguido interés por las niñas menores de edad. Una vez que deciden conocerse, las cosas cambian totalmente, recobrando un giro sorprendentemente discordante a la propuesta inicial.

El manejo de la película deslumbra una estupenda dirección actoral, que ofrece credibilidad al espectador. Ellen Page estremece. No vi su afamada participación en Juno (2007) que bastante pude oír de ella. Pero en Hard Candy descarga a chorros, no solo el talento, si no el esfuerzo de un trabajo decisivo para la carrera de la joven actriz. Patrick Wilson va acorde con su personaje, aparenta su simpatía e intelectualidad sin ningún tipo de problema.

Aparte de contener una sorprendente labor técnica en cuanto a fotografía (enriquecida con planos detalles y contrapicados muy bien usados), la dirección es admirable. Slade construye una narración ascendente y calmada. Toma su tiempo para incrementar la intriga que caracteriza la cinta. No abusa de las insinuaciones sexuales, ni alimenta al espectador con diálogos monótonos y subversivos. Por el contrario, el libreto permite profundizar detalles de los personajes, detalles que acompañan a la duda y la incertidumbre.

El montaje no tiene algunos de esos pocos errores que aprecié en 30 días de noche. Por el contrario, la dinámica de edición contribuye a la tensión del thriller.

Existe ambigüedad en su desenlace. Pero es una ambigüedad confiable, si se le puede llamar de esta forma. Gabriel García Márquez, quien cuenta con un gran trabajo cinematográfico en la elaboración de guiones, aparte del que ya conocemos, señala que las personas una vez que leen una novela, se imaginan un mundo que reconstruye su mente de acuerdo a su cultura, su crianza y su entorno. Una percepción propia del libro. Distinta a la de cualquiera que lea la misma obra. El cine en cambio, no nos brinda esa oportunidad. Su trabajo es implementar de una forma autoritaria, si se le quiere, la visión de una persona o varias; por lo tanto, deja poco o nada para la imaginación. Creo que la idea de hacer finales imprecisos o con toques de inexactitud, aluden al planteamiento del Gabo referente al mecanismo de lectura en la novela, que concede al espectador un juicio propio de la historia. Salde se arriesga y en mi muy particular posición, creo que acierta.

Indiscutiblemente Slade trae una propuesto sumamente interesante y esperamos que no dedique tanto tiempo a “hacer de todo un poco” y centrarse en un trabajo mas propio. De lo contrario formaría parte de esos directores que desvían su integridad como M. Night Shyamalan o Louis Leterrier.